El «señor» Imán de Terrassa es un incomprendido. Ya está, ya lo he dicho! Nosotros, los occidentales…perdón, los infieles, no somos capaces de entender el alcance y la bondad de su mensaje.
Deberíamos ponernos en su pellejo, y tratar de entender su punto de vista:
Cuando a la mujer musulmana, desde una cultura arraigada durante siglos en las conciencias, se le despoja de su naturaleza humana, rebajándola a la calidad de simple objeto, o peor aún, de animal inferior sin cerebro creado para servirnos y obedecernos, situados en este punto todo es lícito.
Y el pobre Imán lo único que desea es que se le corrija y castigue pero en la forma correcta, nada de dejarse llevar por la ira y pegar sin ton ni son dejándola hecha un cristo, hay que ser metódicos y elegantes en el sutil arte del castigo, pegar de forma que no se rompan huesos ni se produzca sangre, que lo otro es de animales salvajes. Así que igual que si adiestraras a un perro hay que seguir una serie de normas y pautas, y además ya han salido ellas Manifiesto en mano a dejar claro que están encantadas con el trato que reciben, probablemente es la primera y única vez que les van a dejar manifestar su opinión…¿he dicho su opinión?… ha sido un lapsus.
Que listos son! Jamás las tienen en cuenta, menosprecian sus opiniones e ideas, suponiendo que algunas tengan fuerzas o valor no ya para manifestarlas, si no ni tan siquiera para permitirse que aniden en su mente, y ahora de repente, les interesa utilizarlas para defender a su Imán; ellas, que ni tan siquiera pueden estar presentes mientras sus maridos oran y reciben adoctrinamiento sobre como deben reprimirlas. No las culpo, si aquí disculpamos a las mujeres maltratadas porque la espiral en la que han entrado las deja inhabilitadas para tomar medidas, teniendo toda una sociedad a su favor, hay que imaginar en que mundo oscuro e impenetrable viven estas mujeres rodeadas de hombres anclados en el siglo XIV y convencidos de que una mujer no llega a alcanzar la categoría de ser humano.
Podría disculparlos a ellos también, ser muy comprensiva y entender que cuando vives en una sociedad que durante siglos te ha convencido de que eso es así, sólo ves las cosas de esa manera, pero me niego a ello en el siglo XXI con la información y formación a la que se puede acceder, y menos aún con todos aquellos que ni siquiera viven en sus países de origen, y por tanto, están en contacto con otra CULTURA con miles de defectos que no tienen porqué adoptar, pero de sabios es quedarse con lo bueno y rechazar lo malo. Y me niego por una razón aún más contundente, porque algunos de los suyos con la misma base educacional y la misma religión, se comportan como hombres y no como cerdos irracionales, y por lo tanto eso significa que el criterio personal puede prevalecer sobre el más feroz de los adoctrinamientos. Al final no se trata más que de ser o no ser una buena persona, o simplemente de ser persona.
Reconozco que estoy indignada, incluso conmigo misma, me he empeñado en ir de «progresista» durante muchos años defendiendo su derecho a crear mezquitas, a adaptarse a nuestras costumbres pero sin tener que perder las suyas, a que las niñas puedan ir con su pañuelo en la cabeza como signo de su identidad si así lo desean, he peleado y discutido con los que despotrican sobre las ayudas que se les conceden… pero estoy descubriendo que no se puede ser tibio ni nadar entre dos aguas a no ser que la otra parte esté dispuesta también a ser comprensiva, a adaptarse y aprender, es decir, o todos flexibilizamos posturas o ninguno, y después de años ya conviviendo, cuando aquí ya hay una segunda generación, jóvenes que ya han nacido en este país, y en algunos casos hasta se están radicalizando, pues una piensa que ya está bien de hacer el primo e ir de modernos chipiriguays aceptándolo todo, así que tolerancia cero por nuestra parte, y ellos, y sobre todo ellas, que vayan pensando en hacer su propia revolución, porque como dijo un revolucionario de otros tiempos en otro contexto muy diferente «Mas vale morir de pie que vivir arrodillado», por difícil que sea mientras las mujeres no alcen su voz nadie lo hará por ellas.