Piquetes "informativos" VS Presión Patronal

No voy a entrar a valorar la Huelga, ni su éxito, ni su fracaso, ni tan siquiera sé las cifras de seguimiento, no me interesan, porque como siempre ambas partes mienten.
Tampoco entraré a juzgar si fue necesario hacerla, y de serlo, si tiene alguna utilidad, mucho se ha escrito ya antes y después sobre ella, y por personas seguramente con mucho más criterio que yo.
Si que diré que puestos a mostrarse combativos, aquí no hace falta una Huelga, si no una revolución, y no a nivel español, si no a nivel mundial. Echarlo todo abajo y comenzar de nuevo sobre las cenizas de un sistema que entre todos hemos creado y ahora nos está tragando, a modo de agujero negro realimentándose a sí mismo.
Pero evidentemente no es deseable llegar a ese punto, esto es como un mal matrimonio, tienes dos opciones, romper con todo y empezar de cero, o tratar de salvarlo luchando con las armas que tienes, nunca conseguirás el matrimonio de tus sueños, pero quizás consigas convivir con cierta paz y armonía.
A mi lo que me tiene indignada y como siempre sorprendida, que no hay manera de que mi capacidad de sorpresa mengüe, es el comportamiento de los llamados piquetes “informativos”; personalmente, si yo perteneciera a un Sindicato, que no es el caso, sentiría vergüenza de su actuación, no en este caso concreto, su forma de proceder viene de lejos y está institucionalizada.


Partiremos de una base fundamental que algunos todavía ponen en duda, no nos engañemos, nuestras libertades no están garantizadas, nunca lo han estado, y en este caso, ni por un lado ni por el otro, y como siempre, ahí están los pobres trabajadores, en medio, presionados, manipulados y utilizados, si es que eso nunca cambiará.
Defiendo el derecho de Huelga, dudo de su eficacia, pero ese no es el problema, lo que ocurre es que defiendo también el derecho a no estar de acuerdo con ella y decidir ese día trabajar.
Los Sindicatos para conseguir que la Huelga sea un éxito lo que deben hacer es informar y tratar de convencer de sus razones y motivos previamente al día D, lo que no me vale es que ese día salgan a la calle como hordas de Atila a obligar por la fuerza a que los trabajadores se sumen a ella, para que luego en los telediarios los números les cuadren y puedan apuntarse el tanto del éxito.
Mi pregunta es ¿Qué valor tiene conseguir paralizar un país por la fuerza? ¿Ese es el éxito de la Huelga y su poder de convocatoria? ¿Utilizar la violencia y la coacción?.
Seamos francos, un cuarto de la población ni siquiera trabaja, que más quisieran ellos, de los otros tres cuartos, muchos de ellos son autónomos, con sus pequeños negocios, la mayoría ni siquiera cuentan con asalariados a cargo, y los Sindicatos ya sabemos a quien defienden, ni a los parados ni a los autónomos, su lobbit son cuatro empresas grandes donde cuentan con amplia representación y fuerza suficiente, eso echando cuentas son unos cuantos miles de trabajadores, poco más.
Me asusta la violencia y el uso de la fuerza sea ésta física o de otro tipo, venga de donde venga, pero que la usen grupos que van de progres y libertarios, y que se llenan la boca con frases grandilocuentes sobre la libertad y los derechos, me parece todavía mucho más grave.
Si quieres defender derechos y te consideras un demócrata, tienes que defender los tuyos sin coartar nunca los de los demás, y si no has sabido transmitir ni informar, y no se unen a ti, debes respetarlo y asumir que algo no estás haciendo bien, no dedicarte a romper cristales, siliconar cerraduras o pegar tortazos, que oye, así cualquiera.
Si los Sindicatos fueran coherentes y serios deberían hacer varias cosas: primero, renunciar a las subvenciones del Estado, no puedes estar protestándole a aquel que te da de comer y en realidad te tiene comprado, se independiente, y desde esa posición exige. Segundo, y en este caso concreto, expedientar a todos los miembros que se dedican a hacer tropelías y a impedir que los que desean ejercer su derecho a trabajar puedan hacerlo. Por último, que le cambien el nombre a lo de “piquete informativo” y le llamen “piquete coactivo”, así todos nos enteraremos de la realidad.
Para terminar, por supuesto, no quiero olvidarme de la otra parte, lo he dicho al principio, y mi intención no es cebarme únicamente con los sindicatos.
Los trabajadores siempre llevamos las de perder, y está la otra presión, la imposibilidad de ejercer nuestro derecho de huelga y más en estos tiempos, y perder nuestro puesto de trabajo, que aquí hay de todo y no son solo los Sindicatos los que utilizan malas artes. Las Empresas ejercen esa otra violencia más sutil , la de “atente a las consecuencias”, la del miedo a las represalias, y sé que muchos se han visto obligados a hacer huelga sin querer, y muchos otros a trabajar deseando unirse a la huelga, pero el fin no justifica los medios, y el comportamiento fascistoide de los empresarios no debiera justificar barbaridades por el otro lado.
No es mi cometido encontrar solución a esta disyuntiva, sólo se que no nos merecemos ni a unos ni a otros, y que bastante tenemos con tratar de salir adelante mientras ellos, los dos bandos, se reparten el pastel.

Reciclar o morir

Me han hecho ya el proyecto, tengo el presupuesto y está decidido: voy a ampliar la cocina.

Tiro dos tabiques; sacrifico la habitación de la niña que pasa a dormir al lado de la lavadora, junto al gato, pero no me queda otra, mis 15m2 de cocina no dan para los nuevos modos de vida, y antes de que los vecinos telefoneen a Servicios Sociales para denunciarme por probable Síndrome de Diógenes, debo tomar medidas.

Yo, tan ordenada, tan pulcra, tenía mi cocina como los chorros del oro, pero chica, con esto del recicleo, ahora parece una leonera.
Tengo rincones temáticos: el del cristal, el del plástico, el de los cartones, las latas de cerveza por los suelos…y mi Paco que se lía y me lo mezcla todo, mira que se lo tengo dicho – que el tetrabric no va con el cartón – pero él erre que erre; menos mal eso sí, que es muy bien mandado, y se encarga de bajarlo todo y distribuirlo en los contenedores adecuados. Tres cuartos de hora me tarda en volver, que el tema da trabajo, las cajas de cartón bien abiertas que si no, no caben por el hueco, las botellas échalas una a una… ¿tanto les costaba hacer agujeros más grandes?, pero todo sea por RECICLAR, y así además me hace unas flexiones que desde que dejó el fútbol a los 20 no ha vuelto a moverse.

Lo cierto es que deberían habilitar los pisos a las nuevas normas, porque exigir saben hacerlo pero yo, en mi modesta opinión creo que no se han parado a pensar que en las cocinas, cada vez más pequeñas, ya no se cabe. Antes con un cubito nos apañábamos tan ricamente, ahora hacen unos monísimos integrados, de varios colores, uno para cada residuo, pero ya me dirás tú donde los metes, así que ya te digo, todo tirado por los rincones en espera de que mi Paco le eche ganas y se decida a bajarlo

Estoy por escribir al Organismo competente y solicitar una subvención para ampliación por reciclaje, igual que hacían con las fachadas de los edificios históricos, que yo buena intención le pongo, pero ser ecológica me va a salir por un pico.
A mí el asunto también me da trabajo, no te creas, hay veces que paso rato dudando, a ver donde sitúo la lata de atún,con el tapón del vino me hago la despistada porque aún no he encontrado el contenedor del corcho, y que me dices de los botes de cristal, la tapa para un lado, el tarro para otro, luego está el tema de las pilas, las bombillas… hija mía, es un sin vivir.

He calculado el tiempo invertido, y tardo más en organizar la basura que en preparar la comida, no te digo más.

Qué decir de los residuos orgánicos, tengo a la niña dedicada a la tarea, que a veces le falta tiempo para terminar los deberes; le hemos comprado una espátula y se pasa el rato rebañando frascos, que la van a proponer para el premio a la niña ecológica del año.

Todo empezó con ella, que la han concienciado en el colegio, la llevaron de excursión a no se que Centro de reciclaje, y vino llorando porque los pobres delfines se morían asfixiados con los plásticos que la gente abandona en la playa, pero digo yo que entre ser un guarro y dejarlo todo perdido y ésto hay un término medio.
Mi vecina, la del cuarto, que es un poco rara, dice que ella se niega a reciclar, que les hacemos parte del trabajo y sin embargo la Tasa de basuras no para de subir, y que el día que le devuelvan un tanto por ciento en el recibo por facilitarles la faena, entonces ya se lo planteará.

Ella opina que es necesario reciclar, pero dice que está harta de que siempre nos carguen a nosotros con el muerto en lugar de hacer bien su trabajo, y de que pretendan hacernos sentir responsables y culpables del cambio climático, de la muerte del planeta, y mil cosas más, mientras ellos hacen lo que les da la gana, y cuando no les interesa la ecología se la pasan por el forro, y entonces me nombró no se qué del protocolo de Kyoto y paises que pagan por no cumplirlo… yo que se, a mi es que me cuesta entenderla.

Me dio por pensar que estamos terminando como en las gasolineras, de un día para otro nos vimos obligados a salir del coche para repostar, entrar a pagar, salir otra vez,marcar la cantidad, enchufarnos nosotros sólos la manguera, mancharnos las manos, y a ver si el ahorro en personal se notó en nuestros bolsillos.

Yo subí preocupada a casa, si seguimos así nos harán acudir hasta la Planta recicladora y depositar los RESIDUOS allí mismo sobre las cintas, mira que si va a tener razón mi vecina la rara y estoy haciendo el primo…

Ay chica! No se, estoy hecha un lío, tan moderna que me sentía yo proclamando que era ecológica, a ver si lo que soy es tonta; lo voy a tener que hablar con mi Paco, aunque seguro que me dice que no me junte más con la rara, que desde que tomo café con ella me ha dado por pensar y no hay quien me aguante.

Extraido de El Pais el 14 de mayo de 2012: «El manual del puerta a puerta, distribuido en hogares y explicado sucintamente en charlas de “concienciación”, lo deja muy claro. Estipula que el caramelo es orgánico, pero si va con el envoltorio es rechazo; la cápsula de café se mezcla con los envases de plástico, pero si está llena va a la fracción resto, y la mayonesa se retira junto con la materia orgánica, aunque en grandes cantidades hay que tratarla con “un gestor autorizado”. Si alguien se corta las uñas, debe saber que es materia orgánica, pero ojo, si están pintadas, se depositan en la fracción rechazo. Y sucede lo mismo con el pelo, que también es biodegradable salvo que esos restos de cabello lleven productos químicos como lacas o tintes.»


Según un Estudio de la Universidad de calasparras…

Está claro, nuestra sociedad no podría sobrevivir  sin los susodichos Estudios.


Vamos a desglosarlos primero;  los hay de dos tipos:  los surrealistas y absurdos que ni aportan ni  interesan a nadie, tipo: «Las tasas de suicidio se relacionan con la cantidad de música country emitida en la radio» (es real, lo juro), y los que afirman obviedades que todos intuimos sin necesidad de que lleguen ellos a abrirnos los ojos con sus argumentos definitivos.

No se que sería de nosotros sin esos Estudios, como podríamos orientarnos y salir adelante, sobre todo teniendo en cuenta la información imprescindible que nos proporcionan y lo que es más importante aún, jamás hubiéramos podido llegar a tales conclusiones sin ellos.

Vamos a improvisar e inventar uno ahora mismo, seguro que os parecerá absurdo, pero no lo es tanto, los he escuchado mucho peores, eso sí, a cada cual lo suyo, originales y divertidos lo son.

Según  un ESTUDIO de la Universidad de Calasparras, seis de cada diez personas que fuman  invierten  dinero en mecheros, las otras cuatro los “mangan” a amigos y conocidos, que dices tu  – ¿será necesario haber hecho un Estudio para eso? –  porque deberé ser una mente preclara, pero eso yo ya lo sabía sin necesidad de que nadie me lo indicara.

Esa es una de las muchas cualidades que tienen, su capacidad para llegar a conclusiones evidentes que todos en la calle conocemos. El señor que dedica horas a hacerlos  debe vivir en alguna dimensión paralela donde el uso y disfrute del mechero propio y ajeno es desconocido.

A partir de ahí, una se hace muchas más preguntas como por ejemplo para que puede ser util, quizás para los despistados que siempre terminan perdiendo mecheros  y  la próxima vez que queden a tomar unas cervezas con los amigos estarán pendientes, no vaya a ser que el Estudio tenga razón y sea Manolo que se hace la colección.

Me pregunto también sobre que ratio de población debe haberse hecho, seamos serios y rigurosos:  el porcentaje seis de cada diez ¿es literal o el muestreo es más amplio? ¿Se incluyen menores y homosexuales? ¿los que no fuman no compran mecheros?

Me imagino la encuesta a pie de calle. A mi me paran para preguntarme semejante estupidez y como me pillen en un mal día mecheros no, pero sapos y culebras …

Este Estudio me tiene que no vivo, ha despertado mi sed de conocimiento y me ha cambiado la vida.


En realidad lo que me preocupa y mucho es la cantidad de tiempo y dinero que debe haberse invertido en tan encomiable trabajo, sobre todo en  esos que vienen avalados por algún Organismo Oficial y Público, por no hablar de los que compran las cadenas para emitirlos de relleno en las Noticias a la más mínima excusa. Entonces ya directamente me cabreo, porque no es tiempo ni dinero lo que sobra. Deberían hacer un Estudio sobre la utilidad de los Estudios…no, mejor no, que empezamos de nuevo.

Recuerdo uno con el que quedé desconcertada y sorprendida; unos pocos meses después de la polémica y famosa Ley antitabaco, salió un Estudio en el que se aseguraba que había descendido en 200.000 el numero de muertes de fumadores pasivos.

Si lo analizas no tiene ni pies de cabeza, primero porque la cifra es directamente escandalosa y esperpéntica, como se la inventan y sin mucha imaginación, da igual 200 que 200.000. Segundo porque no ha pasado el tiempo suficiente para que se noten cambios, los que ya estaban enfermos no se han curado milagrosamente por entrar a un bar sin humo, ¿Qué haces? ¿los descuentas ya de las probables y futuribles muertes?; por último me gustaría a mi saber como se demuestra sin lugar a duda que la causa única y objetiva de una muerte es haber sido fumador pasivo, difícil me parece a mi.


Eso sí, el estudio venía estupendamente para avalar  lo acertado de la Ley, que es de lo que se trataba, y como ante la tele todo se asimila como cierto sin demasiados planteamientos, pues ya está.

Estudios de este tipo los hay para aburrir, los de hábitos alimentarios y los de la DGT se llevan la palma.

Las distracciones al volante causan accidentes…¿ah si? No se me había ocurrido fíjate, y venga a recomendar que no se fume, que no se ponga la radio, que no se hable con el copiloto ¿Y los niños en el asiento de atrás? Va a haber que prohibirlos por Ley también, que esos si que distraen.

Lo último que he escuchado es que “según un Estudio lo ideal es beber cinco litros de agua al día “¿No habíamos quedado en que eran dos? Debe ser lo ideal para morir encharcado, y ¿de donde saca una tiempo para pasarse el día amorrada a la botella?

Prefiero aquel que dice que un chupito de qüisqui al día es bueno para el corazón, ya puestos me reservo el derecho a creerme los que me interesan.

El arrepentimiento, una consideración inútil

EL ARREPENTIMIENTO. Muchos vivimos angustiados por él, por la oportunidad que dejamos pasar, por el riesgo que corrimos al tomar alguna decisión que con el tiempo se descubre equivocada. No importa, la cuestión es sentirse siempre arrepentidos por algo, por lo que se hizo o lo que se dejó de hacer.

Es otra de esas cualidades inherentes al ser humano, siempre tan complejo, y podría además en nuestra cultura estar más arraigado aún, debido a que la tradición católica lo ha ensalzado como forma de expiar nuestras culpas y pecados, pero no trato de hablar aquí de ese tipo de culpas relacionadas con el remordimiento por haber dañado a otros, si no de las determinaciones y caminos que tomamos y que van modelando nuestra vida.

Nuestra existencia se presenta llena de encrucijadas que influirán en mayor o menor medida en el desarrollo del resto de nuestra vida, en ocasiones las decisiones a tomar son triviales, otras veces de ellas depende el éxito o el fracaso de los días venideros, nuestra felicidad o nuestra desgracia, y pueden marcar para siempre los acontecimientos futuros, y las consecuencias que de ellos se deriven.
Solemos arrepentirnos por exceso y por defecto, son dos variables diferentes, que mucho tienen con nuestra capacidad para arriesgarnos.
Tiendo a pensar que ya que es inevitable, siempre es mejor arrepentirse de aquello que se intentó y fracasó, que de no haberlo intentado; a mi al menos me deja menos pesar de conciencia, y como poco conozco el resultado, la otra opción te deja siempre con la duda de qué podría haber ocurrido, y vivir con la duda es también una pesada carga.

El arrepentimiento posee además otra vertiente a tener muy en cuenta, es totalmente inútil.De nada sirve echar la vista atrás, de momento no se conoce forma alguna de volver al pasado a rectificar errores; nos gustaría, lo se, quién en algún momento de su vida no se ha dicho – si pudiera volver sobre mis pasos, situarme en el preciso instante en que dije o hice aquello, o al contrario, en que dejé de hacer o decir… – Olvidémoslo, atormentarse con “lo que pudo haber sido y no fue” no nos llevará a ningún lugar.

Utilizaré otra frase hecha, que nuestro idioma es muy rico y certero con ellas: “A lo hecho, pecho”. Entrar en la espiral de los porqués, perder tiempo en imaginar como podrían haber sido las cosas actuando de otra manera, hurgar en nuestras heridas, culpabilizarnos y machacarnos por habernos equivocado, no solamente no servirá de nada, si no que además nos deja paralizados, incapacitados para seguir avanzando.

Lo contrario, no arrepentirse, no significa estar orgulloso con lo ocurrido y sus resultados. Es necesario tomarse un tiempo, hacer un examen de conciencia y analizar que ERRORES se cometieron, con un único fin, tratar de no volver a cometerlos, intentar aprender de la experiencia… esa es la parte positiva del arrepentimiento.

Me pongo pesada, pero ahí va otra frase: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, y así es; si eres dado a cerrar los ojos y lanzarte al vacío, la próxima vez probablemente volverás a hacerlo, porque algo en tu interior te dirá que esta vez es la buena, y que debes intentarlo. Si eres de los indecisos que nunca asumen riesgos poco perderás, pero nada ganarás tampoco.
Y es que es muy complicado cambiar la esencia de cada uno, pero deberíamos al menos aprender a convivir con nuestros fracasos, aceptar lo que somos y que volveremos a meter la pata una y mil veces, y cuando eso ocurra, pasar página, olvidar, comenzar de nuevo.
La vida es una sucesión de pequeñas vidas unas dentro de otras, al estilo de esas muñecas rusas, abrimos una y dejamos paso a la siguiente. Terminamos una etapa y comenzamos otra , mejor hacerlo de cero, en blanco, sin cargas del pasado, y el arrepentimiento es una de esas cargas de las que debemos librarnos.

El destino. Recurso para evitar la responsabilidad

Destino, suerte, fatalidad…podemos llamarle de muchas maneras, todas ellas llevan a la misma definición: una especie de poder independiente de la voluntad humana, inevitable e ineludible que guía nuestras vidas por senderos no escogidos por nosotros hacia fines tampoco elegidos, sea para bien o para mal.

No voy a entrar en abismos filosóficos ni a profundizar más allá de lo que afecta a nuestras vidas cotidianas la creencia en ese destino escrito para cada uno de nosotros.

En nuestro vocabulario habitual la palabra, que no el concepto, está más que extendida y es protagonista de muchas de nuestras frases, con lo que convivimos con ella aceptándola y adaptándola a nuestras circunstancias.
Decimos que fue «cosa del destino«, o que «el destino se puso en su contra«; utilizamos frases como – destinados a conocerse – o – destinados a no entenderse-
Enlazamos con la suerte, aunque su significado no es el mismo, le damos el mismo poder mágico, y resulta que tenemos suerte cuando algo nos va bien, o que pasamos por una racha de mala suerte cuando las cosas no salen como querríamos.
El cancionero popular está repleto de letras en las que el destino es el culpable de todo, cuantos amores tristemente acabados por culpa del dichoso destino. Posee para nosotros una connotación romántica y melancólica; contra él no se puede luchar, nada podemos hacer.
Podría yo decir entonces por ejemplo que es mi destino echarme la siesta cada tarde, ya que una fuerza superior a mí me empuja hacia el sofá sin que yo pueda hacer nada por impedirlo, trato de ofrecer resistencia, pero no hay manera, es imposible. Ese destino contra el que nada puedo me obliga a perder el tiempo entre sueños, por lo que es el culpable de que luego yo no cumpla con los objetivos que me he marcado en el día.
Ya está, ya tengo la excusa perfecta para no asumir responsabilidades, un chivo expiatorio para todo aquello que suceda en contra de mis deseos – el destino así lo ha querido –
Siempre puedo acudir también al otro gran recurso: la  Suerte. A mí las cosas me van mal porque tengo mala suerte, que yo haya tomado decisiones equivocadas, o que ni tan siquiera haya llegado a tomarlas no tiene nada que ver en esta ecuación, es la mala suerte. Pero ¿nos la buscamos nosotros con nuestros actos o nos viene dada, por defecto?

Reconozcamos que es tentador creer en estas palabras, lo difícil es resistirse, porque nos aportan paz y tranquilidad. Si da igual lo que yo haga, porque mi vida depende de la suerte o el destino, puedo relajarme y dejarlo todo en sus manos, y es tan cómodo delegar la responsabilidad, no sentirse culpable ni atormentarse con las opciones que tenemos ante nuestros ojos.

En el fondo de todo esto subyacen otras dos grandes y magníficas palabras: la libertad, en este caso, el miedo a la libertad y el compromiso que ello conlleva, es preferible a veces no tener libertad de elección, que da mucho trabajo y además ¿y si me equivoco? ¿y si no tomo el camino correcto? ¿y si me sale mal? Pues mejor pensemos que ha sido el destino el que me ha llevado hacia ese camino,sea el que sea, pero sobretodo si es el equivocado, si no lo es siempre estoy a tiempo de pensar que fui yo que supe tomar la decisión acertada.
La otra palabra es la resignación, nos evita sentimientos de culpabilidad, podemos vivir mejor con nosotros mismos y nos ofrece ese conformismo tan agradable que nos ayuda a dejar de pensar en porqué las cosas ocurren como ocurren.
Se que mientras leéis esto estaréis pensando – de acuerdo, quizás tiene razón, pero no todo está en nuestras manos, no tenemos poder para controlar y variar cada una de las circunstancias que se nos presentan en la vida –
Es cierto, en muchas ocasiones lo que nos ocurre escapa a nuestro control y se presentan situaciones que no hemos provocado o buscado ni consciente ni inconscientemente. El azar, la casualidad están ahí, repartiendo cartas, sin hacer distinciones entre ricos o pobres, guapos o feos; somos nosotros, los que con nuestro egocentrismo habitual le damos a esos hechos un valor único y personal, todos conocemos las frases ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿porqué me tenía que pasar a mí? La respuesta a esta pregunta es: ¿y porqué no? ¿eres mejor que los demás? ¿te preguntas lo mismo cuando te suceden cosas buenas?
Lo importante llegados a este punto es como voy a reaccionar a partir de este momento para resolver o paliar el problema; que actitud voy a presentar frente a él, porque de afrontarlo de una u otra manera dependerá el desenlace… o ya que el destino me la ha jugado puedo dejarlo en sus manos, a ver hacia donde me lleva.

Desempleados sin formación, desempleados eternos

Los desempleados sin formación se están convirtiendo en desempleados eternos.

Todos tenemos dificultades en estos tiempos, los que no han perdido su puesto de trabajo viven bajo la amenaza de que en cualquier momento la empresa cierre, o se haga una reestructuración de personal, o se apruebe un ERE…las posibilidades son infinitas al igual que nuestra capacidad para la angustia.

Aquellos que lo perdieron y han tenido la suerte de volver a reincorporarse al mercado laboral descubren estupefactos que las condiciones
son precarias y los sueldos a los que pueden aspirar paupérrimos, insuficientes para mantener no ya el ritmo de vida anterior, si no que apenas les da para subsistir, y a saber por cuanto tiempo podrán mantenerlo.
Después está el tercer grupo, los que perdieron su empleo y llevan meses en paro tratando de encontrar un puesto de trabajo.

Dentro de este grupo, la inmensa mayoría no poseen apenas formación ni titulación, sí cuentan con experiencia en puestos concretos, pero esto ya no sirve, basta con meterse en la vorágine de la búsqueda de empleo para darse cuenta de hasta que punto es complicado que alguna entrevista de trabajo de sus frutos, eso si conseguimos acceder a ella.

En realidad la situación a veces es tan dramática que entra la risa. Comienzas por apuntarte a tropecientas Empresas de Trabajo Temporal, te sientas delante del ordenador y pasas días enteros rellenando perfiles y currículums en todas las páginas que encuentras en las que se ofertan empleos, con el consiguiente dolor de cabeza; te das cuenta entonces que buscar trabajo resulta más agotador que trabajar, y mucho más desalentador.

Segunda fase: comienzas cada día a repasar todas las ofertas y pasas de la sorpresa a la perplejidad, de ésta a la decepción y terminas entrando en la desesperación, todo esto mientras tu autoestima se va resintiendo, cada vez más inseguro, cada vez con más miedo.
Lo primero que te preguntas es que ha ocurrido en el mundo mientras tu te partías el lomo durante 10, 15 o 20 años trabajando. ¿Tanto han cambiado las cosas? empiezas a descartar antes de que te descarten, porque ahora para ser operario en una fábrica te exigen título de FP II en electrónica, o química, o lo que sea, total para estar en la cadena de producción lijando una pieza por 750 euros al mes, que lo de ser mileurista ahora ya es un privilegio.
Buscas trabajo de camarero, en el bar de la esquina te piden nociones de inglés, allí no han visto en su vida un turista, pero nunca se sabe y por pedir que no quede. Me parece bien que lo necesiten en un chiringuito de playa, pero en un barrio de Hospitalet o Vallecas te aseguro yo que no es necesario.
De repente ves una oferta interesante, no pagan mucho pero no piden demasiados requisitos, el corazón se te dispara, esta va a ser tu oportunidad…pues tampoco, ¿grado de discapacidad? Solo por curiosidad echad un vistazo a las ofertas aunque no tengáis necesidad de ello, las ofertas en las que piden un grado X de discapacidad superan con creces al número de discapacitados que debe haber no en España, si no en toda Europa.
En este punto ya te entra la depresión, porque es que ni ese requisito eres capaz de cumplir, con todos mis respetos a los que tengan algún tipo de discapacidad, comienzas a repasar a ver si tu miopía o tu sordera pudieran englobarse en la categoría, porque ya no puedes más y tu mente no anda muy clara, el estado de ansiedad en que te hayas no se considera discapacidad, pero sí incapacita, y mucho.

Te sientas a ver la televisión, reportajes sobre jóvenes con un alto grado de formación que están planteándose irse fuera de España, y tu que no puedes, porque en Alemania ya no se pide mano de obra no cualificada. El resto de jóvenes que deciden quedarse aquí con su título de ingeniero o abogado están ocupando los puestos a los que tu podrías aspirar, porque ellos si saben inglés e informática, así que entramos en un bucle en el que todos están donde no debieran, y piensas que entonces a ti te toca bajar un escalón y dedicarte a recoger chatarra y periódicos por las calles.

Tu estado de ánimo va oscilando, la mayoría del tiempo estás hundido y te consideras un inútil, a ratos coges aire, llenas los pulmones y decides comenzar al día siguiente con fuerzas renovadas. Te levantas, coges tu currículum y comienzas a darle vueltas, cambias el formato, añades frases, ¿primero la formación y luego la experiencia? ¿y si lo pongo al revés?. Da igual, tu currículum es penoso y tu también.
Pruebas a hacer cursos del INEM, al menos ocupas tu tiempo y algo aprenderás: curso de 25 horas sobre información contable y financiera, los cursos son insustanciales, no profundizan, y aparte de conseguir un documento en el que se certifica que has participado en el curso con aprovechamiento, poco más consigues, ahora se supone- y sólo se supone – que tienes la formación, pero no cuentas con la experiencia.
Entre tanto has conseguido que te llamen para dos o tres entrevistas de trabajo, acudes nervioso y un poco perdido, desde que comenzaste a trabajar a los 16 años, no habías vuelto a pasar por esto, y una señorita con pocas ganas que casi no te mira a la cara, se limita a rellenar cuatro datos que además ya constaban en el currículum que previamente habías enviado, y tu leyendo por Internet cual es la actitud adecuada para acudir a una entrevista, como sentarte y de que forma hablar, si ni siquiera has tenido oportunidad…
Un buen día te llaman para que acudas a todo correr a una selección de personal, llegas y te ponen a trabajar inmediatamente con cuatro instrucciones sobre la tarea a desempeñar, pierdes media hora de la jornada rellenando papeles para darte de alta por una semana, punta de trabajo creo que le llaman, y motivado a tope consigues un puesto de trabajo que ya sabes que no irá más allá.
La semana que viene, vuelta a empezar…

Historias de antes de la Crisis

Erase una vez, hace años, más de los que nos parece al echar la vista atrás, un país llamado España, donde la palabra CRISIS no existía.

Los niños del lugar ya no recuerdan que en aquel país se vivía en la abundancia, sus papás empiezan a pensar si aquello no fue un espejismo, un sueño del que despertaron un día en paro con una carta de despido entre sus manos, o la llamada de teléfono de la entidad bancaria que gestionaba su hipoteca.

Eran otros tiempos hijo, nosotros, los adultos, vivíamos alegres y despreocupados; en la mayoría de los hogares nos quejábamos de que nos hacían trabajar demasiado, y para compensar la falta de tiempo y el estrés que eso suponía, dedicábamos horas a planear las próximas vacaciones; nada de ir de camping un fin de semana, lo hacíamos a lo grande, medio año antes estábamos reservando hotel en algún lugar lejano y exótico, que eso de viajar estaba muy de moda, y quien no lo hacía no era nadie.

El resto del tiempo mirábamos folletos para decidir el nuevo coche que íbamos a comprar, el anterior sólo tenía dos años, pero con el bebé era imperiosamente necesario un coche más grande, más seguro y con un maletero enorme en el que meter el cochecito y todos los útiles que transportar al bebito requería, porque los fines de semana salíamos por ahí, a comer en algún restaurante nuevo recién abierto, o al centro comercial más cercano a comprar el último capricho tecnológico del que papá se había enamorado, o te dejábamos con los abuelos y nos íbamos de cena romántica, copa y baile… ¿Que no te lo crees? ¿te parece imposible?…a mi casi también.
Aunque el televisor funcionaba perfectamente, papá decidió que era gordo y feo, y que necesitábamos una pantalla de plasma para ver la tele como en el cine, cuando llegó la pantalla nos dimos cuenta de que era más grande que el comedor, por lo que nos vimos obligados a pensar en comprar un piso más grande, o mejor, una casita adosada de esas tan monas, con un patio para que tu jugaras.

No había problema, el Banco lo financiaba todo, vendimos el piso por el doble de lo que nos había costado, pero la casita costaba cuatro veces más, menos mal que un señor, el director del Banco, que era un ángel, nos prestó dinero para la casa, el coche y ya de paso para los muebles nuevos, que no íbamos a aprovechar los viejos, solo faltaba empezar con unos muebles cutres de hacía 6 años nuestra nueva vida.
Tu eras muy pequeño y no recuerdas, pero mamá te compraba unos trajecitos monísimos de Benetton…sí, ya se que ahora voy a los chinos, tampoco está tan mal, los calcetines se agujerean al segundo lavado, pero la abuela me ha enseñado a zurzir – antigua costumbre que yo odiaba – y a meter el bajo de los pantalones, así te los compro tres tallas más grandes, y te sirven para más tiempo.
Yo me reía de la abuela, que mujer más pesada, siempre hablando de que ella en sus tiempos ahorraba y no gastaba más de lo que tenía, siempre con miedo al futuro y recordando tiempos difíciles, siempre recriminando que yo tirara la ropa sin estar estropeada, sólo porque había pasado de moda.

En fin, aunque no te lo creas, hubo un tiempo en el que papá reía más y no tenía esa mirada perdida y ausente, sí cariño, entonces trabajaba y tu lo veías poco ¿Que qué es la crisis? no lo se muy bien, creo que es el nombre que le han puesto a esta nueva etapa en la que ya nada volverá a ser como antes, creímos al principio que sería cosa de unos meses, un año, tal vez dos, pero tu sigues creciendo inmerso en ella y probablemente nunca alcances a entender la forma en la que vivieron tus padres antes de que llegara y lo arrasara todo.

Espera un momento, llaman al timbre…recoge tu osito.No te preocupes amor, sólo son los del Juzgado, ya te expliqué que esta casa es demasiado grande para nosotros, si… igual que el coche. Ahora viviremos con la abuela, que se hace mayor y necesita compañía, además, ya sabes, podrás volver a dormir conmigo, los tres juntitos en la cama, y te seguiré explicando HISTORIAS de un tiempo ya lejano, cuando papá y mamá creyeron que el futuro estaba asegurado.

 

      

Maltrato. Erradicarlo depende de nosotras

Maltrato… ¿Hay mujeres maltratadas porque existen maltratadores, o maltratadores porque hay mujeres que cuando aún están a tiempo obvian todas las señales y siguen adelante con una relación malsana?

España, una sociedad donde hemos alcanzado un alto nivel de igualdad y nuestros derechos están garantizados, donde todos estamos sensibilizados contra el MALTRATO, y el maltratador es públicamente despreciado, donde desde los poderes públicos se intenta proteger a las mujeres en peligro, a mi me sorprende la cantidad de casos que sigue habiendo de violencia de género, y no contra señoras mayores que llevan 40 aguantando al impresentable y sus palizas, si no chicas de 20 o 30 años con una educación muy diferente a la de hace años y una serie de recursos para no haber caído en semejante error fatal.

Disculpo a aquellas mujeres que han crecido en un ambiente de violencia en sus casas, aquellas que se han educado viendo como su padre chillaba y golpeaba a su madre, esto ya entra en otro nivel que debe ser tratado por profesionales debido a los traumas y problemas psicológicos que se derivan de haber vivido esas experiencias.
Disculpo a las señoras que como antes he dicho, en otros tiempos muy distintos, donde el crimen pasional era disculpado, y el hombre gozaba de determinadas prerrogativas, tuvieron la mala fortuna de emparejarse con un desgraciado.
Por supuesto disculpo a todas aquellas que ya han entrado en la espiral de violencia, una vez llegados al punto en que el hombre ha conseguido aislar y anular psicológicamente a esa mujer, ésta ya ha entrado en otra fase, y bastante tiene con tratar de sobrevivir día a día y conseguir sacar fuerzas en algún momento para denunciar.
Mi incomprensión, mi crítica, comienza mucho antes, y es ahí donde pienso que los maltratadores existen porque se les da poder y fuerza para existir. Su perfil es claro, en realidad suelen ser pobres desgraciados cargados de complejos e inseguridades, sin personalidad alguna, que pagan sus traumas con aquellos más débiles que ellos, por eso en la mayoría de ocasiones suelen ser personas poco conflictivas, buenos vecinos, trabajadores correctos, que sólo sacan al monstruo que llevan dentro en casa con su familia.En algunos casos y propio también de una baja personalidad, esto viene agravado con problemas de adicción a drogas y alcohol.
Un pequeño tanto por ciento de hombres con serios problemas psicológicos anda suelto por las calles, pero estos tipos no salen un día decididos a buscar pareja, te invitan a una copa y te dan una bofetada, tienen por delante una larga y lenta tarea de acoso y derribo de la potencial víctima, además poseen un sexto sentido, saben darse cuenta de que tipo de mujer es aquella que es vulnerable y posible candidata para sus futuros desahogos violentos.

Es aquí donde creo que una de las tareas de los poderes públicos es invertir más en prevención, mediante cursillos, desde las escuelas, con folletos y publicidad, con todos los medios a su alcance, para dar a conocer todos los rasgos que definen este tipo de personalidades, y para educar a las mujeres en la mejora de su autoestima y su seguridad en si mismas.
Una mujer y una jovencita deben aprender a ver las señales, y sobre todo a no pasarlas por alto, ni por estar enamoradas, ni porque se sienten solas y desean una pareja a toda costa, ni porque se sienten desprotegidas y quieren que alguien las proteja o las guíe.
Tienes 16 años y tu ilusión es que tu novio sea el más macarra del instituto, porque todos le temen, fuma porros, encabrita la moto, y se pelea todos los fines de semana al salir de la discoteca, por lo que tu lo admiras y a su lado te sientes segura, importante y protegida, pero una noche le abre la cabeza a otro chico porque te ha mirado en la discoteca, luego te culpa y te dice que vas provocando, te prohibe salir con tus amigas porque a saber lo que hacéis por ahí, comienza a tener ataques de celos y a gritarte por cualquier motivo, tu empiezas a mentir y ocultarle cosas por miedo, y cuando descubre tus mentiras eso le da la razón y le demuestra que no le quieres, te hace sentir culpable y terminas siendo tu la que pide perdón sin tener muy claro como ha conseguido manipular toda la información…a ver, rebobina…¿en que momento de toda esta sinrazón debiste haber parado y no seguir adelante? Todavía no te ha pegado y ya vas tarde, ya le has concedido demasiado poder sobre ti, y es aquí donde te culpo, porque él te ha dado todas las pistas y a ti te ha dado igual, te has ido diciendo a ti misma que se pone agresivo y celoso por lo mucho que te quiere, y que tu te portarás mejor y él se calmará. Hazte un favor, no seas estúpida.
Desde el primer signo, que muchas veces no es más que una intuición, una sensación de que algo no cuadra y huele mal, cuando sientas que un hombre es invasivo, excesivamente protector o paternalista, empeñado en dirigir tu vida o decirte como debes actuar, si pierde los nervios con facilidad contigo o con los demás y no se sabe controlar, si quiere saber en todo momento donde has estado, con quién y porqué, hazte un favor, antes de que sea demasiado tarde, antes de darle ni una pizca de poder sobre ti, sal huyendo, no esperes semanas ni meses dándole la oportunidad y diciéndote a ti misma que quizá tu instinto te falla, déjalo antes de que él pueda creer que te tiene bajo su dominio.
Si ninguna de nosotras admitiera estas actitudes, no habría maltratadores ni maltrato, se quedarían sin víctimas a las que atacar; no se a que se dedicarían, porque probablemente su rabia la canalizarían de otra manera, igual les daba por el suicidio, pobrecitos.

Hijos adolescentes al Poder


La relación entre padres e hijos hace años que ha entrado en una dinámica extraña, una espiral conflictiva de la que cada vez es más complicado salir airoso y que perjudica a unos y a otros por igual. Los padres pierden autoridad, ya no recuerdo en que momento se pasó del – porque yo lo digo – a creer que a un niño de 6 años se le deben dar explicaciones sobre nuestros actos, negociar con él y pedirle permiso para entrar en su habitación.

No se cual fue el punto de inflexión ¿fuimos los padres los que empezamos a delegar poder y a soltar las riendas por falta de tiempo y comodidad? ¿Alguna corriente pedagógica del momento nos convenció de que los niños eran seres conscientes y coherentes con los que se debía tratar de igual a igual? ¿Quisimos desmarcarnos de la educación recibida inventando nuevas fórmulas?

Sea cual sea el motivo, posiblemente un cúmulo de circunstancias que operaron al mismo tiempo, el caso es que el resultado no puede ser más triste ni decepcionante, y volver atrás es difícil, por no decir imposible.
Los padres estamos en un estado de perpetua perplejidad, mientras han tenido dos, tres, cinco años, nos hemos dedicado a dárselo todo, a protegerlos y hacerlo todo por ellos, los hemos defendido de críticas, de amiguitos y profesores, porque nuestros niños eran los mejores y nada se les podía recriminar, y ahora nos preguntamos: ¿así nos lo pagan? ¿que hemos hecho mal?

Hemos justificado sus rabietas, nos hemos agachado para ponernos a su nivel cogiéndoles de las manos y mirándolos a los ojos, siempre con voz calmada les hemos explicado muy dulcemente que no es correcto morder al compañero, y que si tienen rabia dentro pueden coger un cojín y estamparlo contra el sofá para desahogarse… terapia barata.
Hemos permitido que coman sólo lo que les gusta, que monopolicen el mando del televisor, que decidan donde se va el fin de semana y un largo etc, es decir, los hemos convertido en pequeños tiranos y nosotros estamos a su servicio.
Llega la adolescencia, y no hablo de los 14 o 15 años, si no que actualmente ésta se presenta sin avisar ya a los once, y de repente asustados de la que se nos viene encima pretendemos que se responsabilicen de sus actos, que se comporten correctamente y no nos levanten la voz ni nos insulten, ni nos manden a paseo, que por algo somos sus padres y nos deben un respeto.
Los chillidos y pataletas que permitíamos a los tres años ya no tienen gracia, y el egoísmo innato en un bebé sigue a esta edad prácticamente intacto, nadie les ha enseñado a pulir su carácter y a pensar en alguien más que no sean ellos mismos.

Nuestros hijos adolescentes no andan mejor que nosotros los padres, permanentemente insatisfechos, sin normas claras, aburridos y sin entender lo que significa esforzarse, andan a la deriva procurando satisfacer sus deseos e instintos siempre aquí y ahora.

Los medios de comunicación y la sociedad en general no ayudan tampoco, se les ha bombardeado con sus derechos, se les ha avisado sobre el maltrato infantil, se les recuerdan sus privilegios, y ellos, que son muy listos, tergiversan y manipulan la información para adecuarla en la forma en que les interesa y utilizarla en su beneficio. Beneficio que no es tal, la vida terminará poniéndolos en su sitio, pero la bofetada que van a recibir y el choque brutal con la realidad será duro y cruel.

Mientras tanto los padres tratamos de conseguir de nuevo el control, que esta es una edad muy peligrosa y si ahora se tuercen ya no habrá quién los enderece, pero que te griten tus hijos adolescentes que casi tienen ya tu altura, y se niegan a cumplir con el castigo que les has impuesto, te sume en el desconcierto, porque ahora ¿que haces?… ya está, les das un capón, no tanto como medida pedagógica si no como prueba de tu impotencia, y tu hijo, que la última vez que te vio levantar la mano fue para darle pam pam en el culete antes de que intentara tirarse balcón abajo, se siente ferozmente indignado con tu atrevimiento – ¿A que te denuncio?

A partir de aquí el problema no es que cumpla su amenaza, si no que hay todo un mecanismo a su servicio dispuesto a admitir la denuncia a trámite y cuestionarte como padre, que te dan ganas de decir – si, señor Juez, llevéselo un ratito a casa  y ya me contará

Como siempre falta sentido común, para proteger los derechos de niños maltratados de verdad, que casualmente son los que no se atreven a denunciar, poniendo las denuncias médicos de urgencia o profesores, nos pasamos de vueltas, que aquí el punto medio no se conoce, y terminamos perdiendo el tiempo con  adolescentes malcriados que deberían haber recibido una bofetada a tiempo, antes de que se nos subieran a la chepa.

Feminismo mal entendido

Lo diré una sola vez, para que se me entienda: No quiero favores, y menos aún que me vendan la historia de que para conseguir la igualdad es necesaria la dichosa política de cuotas, que no sólo no nos beneficia, si no que a la larga va a terminar perjudicándonos.

Vamos a ver… ¿a quién se le ha ocurrido la feliz idea de que para alcanzar la igualdad hay que meter con calzador un tanto por ciento determinado de mujeres en cada sector, empresa, o profesión?
¿Nadie es capaz de darse cuenta de que es un contrasentido tratar de aspirar a la igualdad mediante la discriminación positiva?

Hay mujeres inteligentes, capaces y preparadas, y mal que nos pese, hay también  mujeres inútiles, ineptas y absolutamente imbéciles, pero con las cuotas el caso es rellenar, y si toca rellenar con una de las incapaces no importa, lo importante es que es mujer, y eso ya la capacita para ocupar un puesto de relevancia.
Y digo yo si no sería más lógico ocupar los puestos en función de la valía de la persona, sea cual sea su sexo…estoy diciendo una obviedad ¿verdad?
Ya se que será muy fácil rebatir mis argumentos, con entrar en el victimismo de que a las mujeres no se les permite…que las mujeres lo tienen más complicado…que tenemos que demostrar más capacidad que los hombres…ya están justificadas las cuotas.

Pues no señores, porque por cada inepta ocupando un cargo que le viene grande damos argumentos a los que opinan que en general somos peores que ellos, para despotricar y seguir afirmando que no servimos, porque estaremos de acuerdo en que ser mujer tampoco nos otorga de por sí una condición superior.
Por supuesto también hay hombres poco preparados o completamente inútiles en puestos que no merecen, pero al menos no es por cuota, seguramente la razón es la ineptitud de su superior, que casualmente será hombre también, por lo tanto dejemos que los puestos de poder sean ocupados por hombre y mujeres que lo valgan de forma natural, en algunos casos la proporción femenina no cubrirá la cuota, en otros la superará.
Eso es la IGUALDAD, el día que no nos fijemos en el sexo de las personas habremos conseguido esa igualdad, y no creo que ayude para nada la celebración del Día de la mujer ¿ Hay un Día del hombre? ¿en contraposición al Día de los trabajadores? ¿Ese Día no nos engloba entonces?

Hubo un tiempo en que fue necesario actuar, y lo hicimos. Hubo un tiempo en que el feminismo tuvo su razón de ser y ayudó positivamente a la consecución de nuestros derechos, ese tiempo por suerte ya pasó, al menos en nuestra sociedad, y seguir recordando los agravios del pasado sobre temas ya superados es absurdo y negativo. Personalmente yo nunca me he sentido discriminada y cuando no se me ha concedido un puesto jamás he pensado que era por ser mujer, a ver si el problema va a estar ahí, que en cuanto algo no sale como queremos acudimos a la socorrida excusa de que es por ser mujer y así nos evitamos pensar en nuestros fallos o limitaciones personales. 

Ahora se me echarán encima por ejemplo con el drama de las mujeres maltratadas…Bien, grave problema que poco tiene ya que ver con el machismo y mucho con el hijoputismo, y con psicopatologías a la altura del maltrato a niños, pederastias, violaciones etc, es decir, problemas que no deben incluirse en el mismo paquete, y que además merecen un artículo aparte.

No hay nada más machista que el paternalismo, y nada más paternalista que las cuotas; de verdad, que no necesitamos ayuda, que solitas nos espabilamos, siempre lo hemos hecho y así seguiremos, por méritos propios, porque lo valemos y cuando así lo deseemos, porque esa es otra, la mayoría de las mujeres no está dispuesta a renunciar a determinadas parcelas de su vida para dedicarse exclusivamente a su trabajo, y eso nos hace perder puntos respecto a los hombres cuando aspiramos a puestos de mayor poder y responsabilidad, otro signo de inteligencia por nuestra parte el no dejarnos absorber por el trabajo con la ambición de escalar puestos, de obtener poder, mientras dejamos atrás nuestras vidas.

La que lo quiere de verdad, termina obteniéndolo y paga el precio por ello, al igual que les ocurre a los hombres, no se puede tener todo, y subir en el escalafón te priva muchas veces de disfrutar de tu vida familiar y social, y pierdes media vida por el camino; la que está dispuesta a ello lo consigue y en igualdad con los hombres paga su precio.

Las mujeres no podemos pretender aspirar a lo que consideramos era hasta ahora «privilegio» masculino para obtener sólo la parte buena y rechazar la negativa, como dice un proverbio chino – Ten cuidado con lo que deseas…se puede cumplir –